Tras los cambios implementados luego de lo que se había convenido en 2019, ahora es el turno de la ratificación por distintas instancias europeas y los parlamentos de los países sudamericanos. Los detalles de las nuevas cuotas y cómo quedarían los aranceles de las ya existentes. ¿Se trata de un acuerdo avaro? Por Miguel Gorelik.
El viernes pasado, en oportunidad del plenario bianual de presidentes de los países del Mercosur, se anunció la firma del nuevo acuerdo birregional Mercosur-Unión Europea, con la presencia no anticipada de Ursula von der Leyen, recientemente reelecta como presidente de la Comisión Europea por otros cinco años.
En 2019 se había llegado a una situación similar pero algunos cambios sobre el texto hicieron necesario este nuevo formalismo.
Como comentan todos los medios, este acuerdo fue negociado, con intermitencia y muchas pausas, a lo largo de 25 años y apunta a ser el más grande jamás celebrado, si se tiene en cuenta el tamaño de las poblaciones y de las economías involucradas.
Ríos de tinta fueron escritos sobre este asunto, pero atengámonos al interés central de nuestro medio.
Entre las concesiones otorgadas por la UE hay dos relevantes:
– Una cuota de unas 70 mil toneladas (peso embarque) de carne vacuna con un arancel de 7,5% (en términos del proteccionismo europeo es un nivel muy bajo) que deberá repartirse (vaya a saberse cómo!) entre los cuatro miembros, todos exportadores del producto al Viejo Mundo.
– La exención del 20% de arancel que grava a las exportaciones de cuota Hilton, de las que los cuatro tienen su cuota.
Esto se va a poner en práctica una vez que entre en vigencia el acuerdo.
¿Cómo sigue este asunto?
La noticia se conoció en medio de tensiones importantes entre el agro europeo y sus gobiernos; aquéllos se quejan del “aluvión” de importaciones a menor precio y “con condiciones que no concuerdan con los estándares europeos”, según afirman sus dirigencias, que provocará el acuerdo.
Esto no es sino la continuación de una política que ha asegurado un nivel de protección y de subsidios al sector agropecuario pocas veces igualado en otras partes del mundo, aunque se había aflojado en alguna medida en las últimas dos décadas.
El acuerdo necesita la aprobación parlamentaria de cada uno de los cuatro países sudamericanos (aunque si alguno no cumpliese no afectaría los efectos sobre los demás). Acá no se vislumbran peligros.
Del lado europeo, necesita la aprobación del Consejo Europeo, en el que los países miembros están representados por sus ministros de comercio, y del Parlamento Europeo.
El acuerdo podría ser bloqueado en el Consejo si los representantes de, al menos, cuatro países, que a su vez representen a no menos del 35% de la población de la Unión, se opusieran. Los candidatos firmes a su oposición son Francia, Polonia e Irlanda. Necesitan un cuarto país (grande) para lograr su objetivo. Alemania, el más grande, no está dispuesto a oponerse, al contrario. Otros países a favor del mismo son España, Portugal y los nórdicos.
Italia podría unirse al primer grupo, pero existen herramientas para disuadirla, en materia de ayudas económicas, hasta el momento de la votación, lo que podría tomar varios meses.
Pasado ese escollo, queda el Parlamento Europeo que, dicen los analistas, es probable que lo apruebe.
Los aspectos comerciales, como los mencionados más arriba para la carne, son atribuciones del Parlamento por lo que no deberían pasar por los 27 congresos nacionales.
Otros aspectos que tienen que ver con temas políticos y de cooperación, sí deberán seguir ese camino que aparece con muchos escollos.
Analizando todo, la probabilidad de que el acuerdo comercial termine siendo aprobado no luce tan baja, lo que podría tomar unos dos o tres años.
Algunas consideraciones
En el acuerdo se ha logrado la desgravación para muy diversas exportaciones agropecuarias, aunque representen un bajo porcentaje del total, en divisas. Esto es una ventaja considerable para las mismas.
En el caso de la carne, el acuerdo es superavaro. Tendrían que haber concedido por lo menos cuatro veces más, para cumplir con el 5% del mercado.
Además, impone un límite del 55%, dentro de ese total, para las carnes enfriadas, que para la Argentina y Uruguay es lo más interesante.
Pero consideramos que es mejor tenerlo que no tenerlo.
Muchas voces se alzan en contra del mismo con el argumento de que el Mercosur no ha logrado gran cosa.
Siempre es fácil criticar un acuerdo. Lo que no dicen es qué hubieran hecho para conseguir un resultado distinto o si prefieren que no se firme.
El Mercosur cumplió 30 años sin ningún acuerdo comercial de relevancia, sólo con economías menores, entre las que se destaca Israel.
Y buena parte de su retraso relativo es la falta de integración en las corrientes comerciales internacionales, según nuestra opinión.
Quizás la puesta en funcionamiento de este acuerdo se concrete y, con ello, sería un paso inicial para ir labrando otros con distintos países o bloques importantes (China, EE.UU. o USMCA, la Alianza del Pacífico, el Acuerdo Transpacífico, EFTA, etc.).
Fuente Valor Carne